19 agosto, 2008

Manipulación manipulada.

No es nuevo ver niños pidiendo en el tren.
Lamentablemente eso fue constante en todos los países donde estuve.
Lo que me llama poderosamente la atención, es las técnicas que usan.
En Argentina observé algo que no pude ver en otros lugares.
El botija, en lugar de simplemente darte un papelito, o una estampita, te ofrece la mano.
Está muy bien pensado. ¿Quién va a ser tan hijo de puta de negarle el saludo a un gurisito de 6 años? El saludarlo, actúa como inversión emocional. Te ves obligado a darle algo, porque lo saludaste, el gurí se va a acordar de tu cara, de que vos lo saludaste pero no le quisiste dar ni una moneda. Entonces le das.
Aclaro antes de seguir que no practico la caridad, no de esta manera, ya que me consta que no se ayuda en nada al botija. He visto niños llorando bajo la lluvia en pleno invierno, diciéndole a una mujer que sería posiblemente la madre que no querían seguir, que querían ir a la casa, y ella forcejeándolos y empujándolos hacia el andén para que sigan laburando. Es crudo, muy crudo.
Por eso yo no le doy la mano a estos gurises, y hoy me puse a observar.
Un par de muchachos sí le dieron la mano. La mano del pibe muerta, se dejó agarrar, los ojos perdidos, el gesto automático de, una vez le sueltan la mano, llevarla al montón de papelitos que tiene en la otra, y entregar uno.
Luego recorrer el resto del vagón, con el mismo automatismo, ofreciendo saludos vacíos, regresando hasta el comienzo del vagón aunque ahí no entregó ningún papel.
Todo lo anterior, mi pequeño análisis sobre la interacción, la obligación al saludo, no significan nada para el botija. Se lo enseñaron todo, probablemente cuando era muy chico para entender qué hacía y ahora ni se lo pregunta.
Esto fue hace minutos, estoy publicando desde el ciber de Retiro, apenas bajé del tren.
Quién sabe cuántas horas hace que este botija está haciendo lo mismo, qué habrá comido si es que comió. Intentar imaginar eso, horas y horas de esa misma rutina, el cansancio en las piernas, el falso contacto con la gente, mientras los padres estarán vaya uno a saber haciendo qué cosa.
No puedo evitar llorar.
Y sentir vértigo.
Y bronca.